Aprovechando que está de saldo, y antes de que se agote, convendría que corrieras hasta el Corte Inglés, o Hipercor más cercano (no se si en otras grandes superficies y librerías en general ocurre lo mismo) para hacerte con esta entretenida novela de aventuras.
Y atentos al matiz; nada de interesante, apasionante o absorbente. Entretenida, y punto, pero eso sí, muy entretenida, entretenimiento en estado puro, con la ventaja añadida de presentar un marco social muy bien trabajado.
En esencia, la civilización de Stratos, el planeta donde se desarrollan la novela, es el resultado de una cuidada modificación genética de la raza humana. Las fundadoras, encabezadas por la venerada Lysos, decidieron quitarse de encima la pesada losa de la reproducción sexual (con la desagradable necesidad de los hombres y los resultados altamente aleatorios de la misma), para perpetuarse en forma de clones, copias idénticas producidas mediante partenogénesis.
Lo brillante del concepto reside en que las fundadoras fueron lo bastante inteligentes como para introducir un mínimo de esa componente aleatoria, y así, mientras que los fetos engendrados en invierno serán siempre niñas, clónicas de la madre, los engendrados en verano compartirán el legado genético de sus padres, y podrán ser machos o hembras. Los Hombres y las Variantes.
A los cinco años (otro detalle importante, los años en Stratos equivalen a más de tres terrestres) los niños son entregados a sus padres y las variantes, las vars expulsadas del clan. Los hombres, la quinta parte de la población total pasan por periódicos estados de celo, que los mantienen casi permanentemente en un estado relajado y pacífico, mientras que las vars introducirán en la estática sociedad de Stratos la necesaria componente renovadora.
TIEMPOS DE GLORIA narra las aventuras de Maia, una de estas vars, por todo Stratos, inmersa sin quererlo en las intrigas de las distintas facciones de clanes clónicos, sectas fundamentalistas y movimientos de liberación... femenina. Las lecturas que se pueden hacer del libro son múltiples, desde el sobado tránsito del adolescente al estado adulto, hasta el complejo experimento social que supone una modificación tan radical de la propia naturaleza humana. Todo muy sesudo y muy razonado, pero que no puede evitar la realidad de este libro, y de otros muchos de similares dimensiones físicas; que es un tocho que por los pelos se salva de ser insufrible.
Por eso lo de entretenida novela de aventuras, y no adjetivos de más envergadura. El problema fundamental que tiene este libro es que es largo, exagerada e innecesariamente largo. Se podría aligerar de episodios enteros sin que el argumento y las intenciones generales se vieran afectadas, se podrían leer sólo las páginas pares o sólo las impares sin que se perdiera apenas el hilo de la narración, se podría, incluso, hacer un resumen de escasamente cincuenta páginas con tanta emoción y capacidad de reflexión como la novela entera.
Siempre he sido muy reacio a comprar este tipo de libros, de gran formato e inacabables páginas porque también se, desde hace mucho, que un autor con un mínimo de habilidad es capaz de contar una aventura o expresar sus ideas en una extensión razonable. La cuestión está en que David Brin parece tener esa habilidad, mantiene un nivel muy aceptable de interés aventurero y el desarrollo de la sociedad de Stratos es interesante. ¿A que conclusión debo llegar entonces? Que la ciencia-ficción, y la literatura en general, más que de genio o habilidad de lo que está sobranda es mercantilismo.
Y entiéndaseme, no estoy en contra de la comercialidad, pero si de estas demostraciones elefantiásicas.
Así, a partir de cierto punto, la lectura de TIEMPOS DE GLORIA dejó de ser agradable para convertirse en una repetición de aventuras y desgracias que rozaba los límites de la verosimilitud, no por las situaciones planteadas sino por la acumulación de las mismas. En el terreno puramente especulativo, y una vez explicados los condicionantes sociales de Stratos y comprendido el equilibrio de fuerzas entre los clanes, tampoco el aluvión de páginas aporta mucho en ese sentido, sólo algún detalle ilustrativo menor, y para colmo, la novela tampoco tiene un desenlace especialmente concluyente y definitorio, lo que hace sospechar en que dentro de los planes editoriales estaba prevista la posible conversión en n-alogía.
Con todo, el equilibrio de aciertos y virtudes es lo bastante razonable como para disfrutar de su lectura, y más aún ahora que está de saldo.
Eso si, no me ha hecho cambiar de opinión respecto a los tochos, en el sentido más peyorativo del término.